Un nuevo día es una nueva oportunidad de dedicarnos a cumplir,
a poner en práctica tu palabra, Señor.
Mucho antes de que salgamos de nuestras camas sabemos que
tenemos retos grandes para hoy.
El mundo que nos rodea, aquel en el que desenvolvemos nuestras
tareas, es un mundo que se niega a creer. Son otros sus intereses.
Su mirada no está en la Vida Eterna, sino en lo pasajero, en el éxito
que se mide por lo que sentimos, por lo que adquirimos o por el
poder que tenemos.
Es este mundo, en esta realidad, donde nos llamas este nuevo día a
ser testigos.
Lo enfrentamos, Señor, con el amor a tu Sagrado Corazón que sigue
siendo herido por nuestras indiferencias y pecados.
Hoy, nos proponemos sanar, reparar, amar. (PJÁL)